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viernes, 1 de agosto de 2014

331.


Es como si hubiese perdido el control sobre mi mente, como si un noventa y nueve por cierto de ella ya no me perteneciese mientras el uno por cierto restante luchase por perdurar en ese otro porcentaje y rescatarme como si de sacarme del fondo de un lago se tratase.
No me gusta vivir así. Siendo la clase de persona que soy dentro del grupo de seres humanos. No me gusta ser uno de ellos, preocupándome continuamente por cosas superfluas.
No me gusta estar noche tras noche intentando alcanzar el sueño con mil preocupaciones en la cabeza para que después de alcanzarlo seguir soñando con todas esas cosas que no consigo superar. No me gusta llevar la carga de cada cosa que hago mal y la nostalgia de las cosas buenas que se perdieron o que acabarán perdiéndose con el paso del tiempo.
No me gusta el tiempo. Ese valiente hijo de puta que es nuestra euforia y nuestra propia muerte.
No encuentro palabras para expresar el vacío que ahora mismo siento pero supuse que escribir esto me ayudaría a ordenar un poco el rompecabezas.
Me gustaría morir tanto como me gustaría levantarme con ganas de vivir. Me gusta querer y dar todo lo que tengo como me gusta hacer daño y recibir todo lo que pido. Me gusta el mundo mientras lo observo en toda su variedad de posibilidades sobre la vida, y a la vez, me disgusta cada cosa que compruebo que somos capaces de hacer.
No tengo control de mi mente como todo el mundo, y eso me tranquiliza, porque al fin y al cabo, ¿quién podría alcanzar el control de su mente?, el no volverse avaricioso cuando está rebosante de poder, el de sentirse incontrolado a la hora de comer...y no hablemos del sexo, porque eso me parece el mejor invento a la hora de distraernos de las funciones que la mente nos obliga a cumplir. Siempre yendo de un lado a otro y haciendo lo que nos piden que hagamos como si fuésemos programados para vivir así y tan sólo nos diesen unos pocos minutos al día para ver la realidad de la magia de la felicidad y la vida para luego volver de nuevo a nuestras vidas y ser conscientes de la cruz que debemos cargar.
Como si fuésemos un simple cuchillo cuya finalidad es cortar. Aunque quizás todo sea más complejo.
Sentimientos. Amor. Lealtad. Dolor. Euforia. Simpatía. Infelicidad. Felicidad...Nirvana.