Se habían pasado ya las dos de la mañana y muerta del calor y como no, del cansancio, puse esa canción de aquella película que tanto me había enseñado, si, esa canción triste, me abracé a mi osito del que tanto he hablado en otras entradas, y nuevamente me puse a llorar, pidiéndole ayuda a la oscuridad de mi cuarto. Mes tras mes en los que me proponía cambiar y llegar a ser feliz acababa igual, buscando una forma de no sumergirme en ese abismo que tanto me reclamaba. Mis dudas de ahora eran:
1.Quitarme alguna remota ilusión que todavía guardaba mi corazón de llegar a estar contigo algún día.
2.Afrontar que me equivoque y por mucho que duela asumir que lo hice y que lo hecho hecho está.
3.Fijarme en otras personas, preocuparme por ser feliz.
4.Olvidarme de ti.
5.Si no consigo salir y hacer una de esas cosas, volverme loca.
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