Y nuevamente me encuentro bajo la luz de una vela ya a punto de estropearse, de consumirse, como yo, para escribirte a ti o al aire o a aquella estrella que no quiere que me mate, para decidir eliminar cualquier tipo de esperanza en mi de que vengas.
Que seas feliz me digo, al fin y al cabo, si la culpa será mía por seguir enamorada de aquel cabrón que me ayudaba a vivir acorde con mi inestabilidad.
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