Y dime, susúrrame que te he llevado a lo más alto tan solo porque has visto en mis ojos el reflejo del encanto. Que te he hecho reír, que te ha gustado la idea de un futuro a mi lado. Que quieres volverme a ver, rozar con la yema de tus dedos a mis labios. Que te gustaría darme un beso en la frente y prometerme que cubrirás el llanto, que me arrancarás el daño que me impide avanzar o qué, por lo menos, quieres intentarlo.
Que serás mi amigo, mi compañero y que cada vez que me acompañes a mi portal seas reacio a dejarme marchar, y que me supliques que me quede un rato más, mientras me abrazas y me dices de nuevo que todo saldrá bien. Prométeme que me soportarás cuando no sea yo quien guíe mis pasos, cuando la ira inunde las paredes de mi cuarto. Prométeme que estarás tumbado en mi cama, durmiendo, mientras permites que me deleite con tu olor y tu cara de niño bueno. Prométeme que me querrás como necesito o que estarás; tan sólo eso. Quiero que me digas que el dolor es inexistente ya, que el pasado es lejano e indiferente. Que soy la niña de tus sueños o por lo menos, que quieres formar parte de los míos. Quiero dejar de contar los minutos y que hagas de ellos un mundo. Quiero atardeceres en mi terraza, quiero mañanas sin vernos para que por las tardes nos acostemos en mi sofá a ver películas. Quiero que me digas que soy una tonta pero que te encanta que lo sea a pesar de todo. Quiero que eso dure meses o lo que tenga que durar; quiero que pintes este vacío blanco de azul cielo con estrellas, a poder ser, incorporadas.
Querido desconocido, hoy te he visto y sé que quiero vivir esto contigo.
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