273.

En medio de la noche se levantó descalza para no hacer ruido. Era fin de semana y había sido obligada a ir hasta una aldea remota lejos de los coches, de la contaminación lumínica y de la calefacción. Solo serían dos días, se decía, total no me perderé nada y podré desconectar. Bueno, remontemos. Abrió la ventana (como era una casa baja no había mucha distancia al suelo) y salió, dejándola abierta para después poder entrar. Más tarde, cuando ya había abierto la valla que había como puerta, bajo las escaleras y se calzó con unas Vans negras, que adoraba. Al lado de aquella casa había un monte con una inclinación bastante alta al que siempre había querido subir porque le habían dicho que había unas vistas preciosas. Cogió su Ipod rosa, que había intentado cambiar de color pintándolo con un permanente negro, dándose por fallido tal intento. Empezó a subir y a lo que parecieron treinta minutos transcurridos, llego a lo alto. Vio que había bancos, papeleras y un merendero, y, como había sido ya antes alertada, unas magnificas vistas que hacían pensar a uno lo insignificante que era el mundo. Se sentó sobre el banco que mejor permitía ver aquello y se encendió un cigarro. Comenzó a llorar, no sabía bien por qué. Y en un arrebato gritó: ''Estoy viva.'' Su voz salió entrecortada y al cabo de unos segundos, las respuestas a todas sus preguntas y preocupaciones se vieron lejanas. ''¿Qué es esto?'' Miro a las estrellas que mantenían aquel brillo intacto siempre que no había nubes y se avecinaba una mañana de sol, y volvió a pensar. ''Yo podría ser aquella estrella ahora mismo y estar a la vez aquí, o aquel pájaro. Lo que haría que esto fuese tan insignificante como aquello otro.'' Bajo la colina, subió las escaleras, abrió la valla y más tarde la ventana, descalzándose antes y se metió en la cama que todavía mantenía su calor. Sonrío mientras pensaba que esa noche dormiría bien porque, si todo era insignificante y secundario, siempre estaría vacía aunque eso no impedía poder buscar la forma de llegar a sentir felicidad y aprovechar la situación en la que estaba, para descubrir la vida, para no morir en vano en un futuro, en aquel futuro incierto.