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jueves, 28 de marzo de 2013

283.



"Y diré las palabras que se dicen, y comeré las cosas que se comen, y soñaré las cosas que se sueñan, y sé muy bien que no estarás."
Y olvidaré el reloj, para no tener que volver a casa, junto las llaves, el móvil y demás cosas que puedan ayudar a saber de mi paradero. Cogeré la maleta y cuando no haya nadie que pueda escucharme, saldré por la puerta y cuando coja el ascensor y baje y llegue hasta la puerta que me lleva hasta la calle, me pondré mi abrigo, porque, claro, ahí afuera hará frío esa noche. Caminaré con mi maleta a espaldas hasta la estación y con el poco dinero del que dispongo, cogeré un tren, el tren que me lleve lo más lejos posible.

Cuando ya esté llegando a mi destino, observando los paisajes tan distintos a los que se podían ver en la tierra que deje atrás, de la que huí, me daré cuenta de que no me echarás de menos ni de que no te importará no volver a verme en mucho tiempo. Me daré cuenta de que viviré debajo de un puente o algo no mucho más lujoso hasta que consiga prostituirme o algún trabajo del que no se necesiten demasiados estudios, porque, claro, gasté todo mi dinero en ese pasaje a ese lugar tan remoto y perdido.
Me quedan tres cajetillas de cigarrillos, que compré precavida, aunque sé que no me durarán más de un mes o dos. Un mechero con gas, suficiente gas como para que alguna fría noche, en algún bosque, pueda encender una hoguera.
Con la esperanza de que nadie me busque y, a consecuencia de eso, me encuentre, día tras día; semana tras semana; mes tras mes; y quizás, si consiga sobrevivir, año tras año, olvidaré los gritos de mis padres separados, olvidaré tus miradas vacías, olvidaré tu sofá, tu pelo, tus labios y olvidaré el cielo al que me subiste durante unos pocos segundos.
Y quizás, algún día, yo sea la vagabunda que pela patatas en tu casa de adinerado y sé bien que tú no me reconocerás aunque igualmente, te daré un nombre falso, el cual, doy fe que también olvidarás. Soy una vagabunda, no me diste importancia en su momento, ahora, ¿qué voy a esperar de ti?.
Pero, claro, yo recordaré tu nombre, tus apellidos, tu pelo, el cual estará más envejecido con el paso del tiempo; veré a tu posible esposa qué, quizás, fue ella. Veré a tus posibles hijos, tu trabajo de ensueño. Al final, parece que no cumpliste tu sueño y, llevas una vida normal, como el resto. Tu y tu familia al lado de la chimenea, en una fría noche de invierno...yo ya he acabado mi trabajo, me despido, sin importancia...como me gustaría gritarte: Eh, te acuerdas de mi, fui aquella que te dí todo con tan solo quince años; decirle mi nombre, decirle que si nos hemos vuelto a encontrar ha sido por algo, por casualidad, por el destino, porque estamos destinados; pero, no lo hago y salgo por la puerta, hoy me dispondré a dormir debajo de un puente, para conseguir ahorrar o me gastaré lo poco que me pagan en alguna pensión barata, llena de cucarachas y chinches. Esa noche, sé bien que lloraré recordando fechas, recordando polvos, recordando besos; recordando todo lo que un día decidí dejar atrás.
¿Acaso si no hubiese abandonado, si no hubiese huido de todas aquellas cosas que me ahogaban, ahora hubiese sido yo tu mujer, la mujer que está sentada a tu lado, abrazada junto el calor que propinaba la chimenea, sabiendo que cuando los niños sean inundados por el sueño, dentro de escaso tiempo, echaréis un polvo? ¿Acaso hay alguna forma de saber que nos hubiese pasado, si, hubiésemos tomado un camino diferente al que decidimos tomar? ¿Acaso la vida no es eso? La vida, ese camino lleno de dudas, ese camino con diferentes oportunidades, que puede llevarte a la cima o a la miseria o al infierno más profundo.

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