Te odio cuan gato al ratón, cuan la atmósfera a los coches, cuan los alumnos a sus profesores. He tardado. Un proceso de 4 o 5 duros meses en los que no me he cansado de llorar, de sonreír, de luchar por ti. Luego llego la tormenta. Que horrible tormenta la que se avecina, cuando la que está aquí todavía no se ha marchado. Odio todas esas palabras tuyas en mi contra. Ya no quedan nada de los innumerables te quiero que me dedicabas. Sabes lo peor, que te odio, pero me odio más a mi a ti, si a mí. Porque quizás fui yo la que creo está tormenta ¿no? Lo que ha hecho que nos volvamos dos extraños.
Claro que tu no has empezado la tormenta.
ResponderEliminarO quizás si lo he hecho.
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