168.

Hubo una vez que me enamoré. Pero no fue como las anteriores veces. Las anteriores veces se pasaba rápido sin producir cicatrices incurables. Dicen que siempre hay una excepción para todo. Y ahí debiste de colarte tú. Eras tan...diferente. Alto. Moreno. Ojos castaños. La gente solía decir que no eras muy guapo. Que no me enamorase de ti. Que no saldría bien. Al principio, nunca habría logrado saber que esto acabaría de esta forma. Al principio fuiste una especie de hermano para mí. Te preocupabas por mi, me decías lo que debía de hacer y lo que no. Me escuchabas. Luego, empecé a sentir algo por ti. Y fui tonta. Me hice ilusiones. Pensé que tú también sentías algo parecido. Puede que alguna vez lo sintieses. Puede que las veces que me dijiste ''te quiero'' fuesen sinceras. En esos momentos me hubiese gustado leerte la mente. Solo a ti porque estabas por encima de cualquiera. En dos meses paso lo que tanto deseaba. Pero de que sirvió probar el sabor de tus labios. Si ahora estoy necesitada de ellos pero no puedo acceder a ellos. De que sirvió darlo todo. Si ahora ya no queda nada. Para mi siempre serás ese estúpido tío que aunque lo niegue lucha por gustarle a los demás sin ser él mismo, que se ríe de una extraña forma, le gusta por encima de todo practicar ese deporte, y su forma de ser impredecible, y su sonrisa, y que sus miles de defectos si nadie los quiere yo me los quedó. Pero tiempo devuélvemelo.